lunes, 19 de octubre de 2009

La prueba de fuego para el Presidente Lugo






El secuestro del ganadero Fidel Zavala, ocurrido el pasado jueves 15 de octubre, en la localidad de Paso Barreto, departamento de Concepción; inserta un nuevo paréntesis en la gestión del Presidente de la República, Fernando Lugo, que bien podría tratarse de una prueba de vital trascendencia para su continuidad en el poder.
En este caso, el mandatario no sólo lucha contra cuestiones fácticas, como la comisión del hecho punible de secuestro, tipificado en el código penal, sino toda la estructura de gobierno mide su resistencia política, ante un hecho que despierta a los fantasmas que causaron temor durante la campaña presidencial y que sindicaban a Lugo como amigo íntimo de gavillas radicalizadas, operantes en el interior del país, con supuesta base en el departamento de San Pedro, lugar donde el entonces obispo ya tenía el estigma de agitador de masas.
El sector que hoy reciente a uno de sus componentes como víctima de la atroz privación forzada de libertad es el mismo que se encargó de acentuar este antecedente del hoy mandatario, al punto de considerarse el próximo blanco de las gavillas emergentes; hecho consumado actualmente.
A este clima denso de indudable combinación entre la delincuencia común u organizada y la política, se suman otros tropiezos cometidos recientemente por el Presidente de la República por desconocimiento, voluntad o simple incompetencia; pero que desnudan su “poca esbelta y rígida cintura política” para la conducción del principal poder del Estado.
El secuestro de Zavala bien podría tratarse de uno más, como los que ya ocurrieron en gobiernos anteriores e incluso este gobierno, como el caso del ganadero Luis Alberto Lindstrom, acontecido a pocos días de haber asumido Fernando Lugo, y que también fue atribuido al Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP).
En este caso, el problema viene aditivado. Lugo soporta la dura embestida de sectores políticos conservadores, quienes buscan destronarlo a como dé lugar. Y lo peor de todo es que la incompetencia del mandatario sigue alimentando tal opción, incluso su conducta ambigua permite la posibilidad de que intenten vincularlo a este último secuestro.
Hay quienes piensan que este hecho debe ser atribuido a la extrema izquierda, mientras que el otro vincula a la derecha radical, que busca el pelo en la sopa para que Fernando Lugo tropiece y caiga.
Lo cierto hasta el momento es que ambas hipótesis no tienen ningún sustento real, más que la supuesta atribución del hecho por parte de un grupo autodenominado “Ejercito del Pueblo Paraguayo” que bien podría tratarse de un grupo criminal altamente entrenado sin ninguna pretensión política, sino simplemente mercantil.
Ahora bien, el desatino del actual Gobierno con errores pueriles y de torpe andar, hace que cualquier mito le calce a la medida de su inoperancia.
El Presidente Lugo debería ocuparse de gobernar y de hacerlo en la medida de sus compromisos con el pueblo que lo votó. Sólo una estructura de Gobierno funcional podrá revertir la sobrecarga de rumores existentes que ensanchan los “misterios” de nuestros gobernantes y nos permitirá saber si Fernando Lugo es: un cordero o un verdadero monje negro.