jueves, 29 de abril de 2010

La esquizofasia en la política


Al parecer los actores políticos paraguayos padecen de lo que en la siquiatría se conoce con el término de "esquizofasia".
Se trata de una patología que se caracteriza por distorsionar el significado de las palabras para hacerlas incomprensibles e incoherentes. También se aplica como un trastorno en el curso del pensamiento, lo cual conduce al afectado a cometer acciones reconocidas como anormales.
Si partimos de esta premisa podemos inferir sobre las razones por las cuales los políticos afirman ciertas cosas y hacen otras.
Sucedió con el mismo Presidente de la República, Fernando Lugo, quien al parecer distorsionó el significado del "gobierno del cambio", para reducirlo a una simple modificación del signo político que ocuparía los espacios de poder, pero con los mismos vicios.
Algo similar ocurre con la oposición, que se encarga de obstruir los procesos de desarrollo, mientras que cuando eran gobierno se quejaban de ello.
Estas características no sólo reflejan una conducta patológica respecto a la mediocridad y el retroceso de la clase política, sino que matiza las razones por las cuales el país no ha podido prosperar pese a haber sorteado con soltura la crisis económica que sacudió al mundo, con indicadores macroeconómicos que cualquier país europeo envidiará: tasas de intereses financieras bajas, niveles mínimos de morosidad, recuperación de los pasivos de bancos públicos y un índice de inflación controlado, por debajo de los límites trazados por la banca central.
Si uno se pone a mirar al país en perspectica y trata de dimensionar el potencial de desarrollo productivo - industrial que ofrece su tierra, no puede comprender las razones que provocan el estancamiento económico.
Este análisis de ensueño sin embargo queda contrastado por la realidad del debate político. La mayoría de los conductores del país hasta ahora siguen preocupados por la cantidad de hijos de un presidente traidor a la iglesia y promiscuo, o bien, se desgastan horas de reproches en el parlamento para determinar ante la prensa cual de los poderes del Estado es el que plantea iniciativas favorables para el progreso y la tranquilidad de la ciudadanía.
Considero que los políticos deberían replantearse sus recursos lingüísticos y lograr que el significado de sus palabras coincidan con el reflejo de sus acciones.

viernes, 23 de abril de 2010

Gobierno en Estado de Excepción


La falta de decisiones concretas del Poder Ejecutivo lo hacen presa del desorden político que envuelve al país, donde una mayoría opositora marca los rumbos, mientras el Estado carece de autoridades que conduzcan los supremos intereses de la ciudadanía.
Ocurre con la decisión de declarar en Estado de Excepción 5 departamentos del país (Amambay, San Pedro, Concepción, Pdte. Hayes y Alto Paraguay) que a criterio de las autoridades de seguridad interna son los focos de conmoción social por inseguridad.
Esta zona estaría entregada a integrantes de un grupo criminal que pretende atribuirse la calificación de beligerantes bajo la autodenominación de Ejercito del Pueblo Paraguay, mientras no existen trazos de una lucha política reivindicatoria y se desconoce la cabeza real del grupo.
En el tratamiento de este caso, queda nuevamente en evidencia que el Presidente de la República se mueve a la medida del temor político. Si bien la Constitución Nacional le habilita a declarar el Estado de Excepción vía decreto, prefirió hacerlo mediante la presentación de un proyecto de ley, presentado al Congreso Nacional, hecho que fue muy bien calificado como un deslindar de responsabilidades.
De hecho, los números de la oposición son suficientes como para extorsionar al Presidente ante cualquier error o exceso que pudiera cometerse en los procedimientos. Más aún cuando la excepcionalidad habilita a las fuerzas militares a operar sin demasiadas restricciones.
El temor de Lugo no es vano, y es claro que si no firmó el decreto fue sencillamente porque le advirtieron sobre dicha posibilidad.
Otro fundamento sería la complejidad en la aplicación de la ley de Excepción. Resulta que en uno de los párrafos del artículo 288 de la Constitución Nacional se habla de la posibilidad de que los detenidos en el marco de la vigencia de la ley, "en todos los casos" tienen la posibilidad de optar por salir del país. Si sólo Lugo lo hubiera decidido, no faltarían los reproches con la intención de vincularlo con una aparente estrategia de acompañamiento a la fuga de los líderes del EPP, relación que siempre fue sospechada por la oposición. Sin embargo, es de fácil comprensión que técnicamente aquellas personas procesadas por hechos punibles comunes (robo, hurto, asesinatos y secuestro) no puedan servirse de dicha garantía, de lo contrario más que una restricción sería una "premiación".
Aún asi, resulta obvio colegir que el mandatario prefirió tomarse el camino menos engorroso y dejar al Poder Legislativo la tarea de decidir la declaración de excepcionalidad constitucional; ya que el único camino que sobrevendría a una declaración unipersonal sería el de los reproches de toda índole hacia el ejecutivo.
Aqui quien tuvo la iniciativa no es el problema. El asunto es que se consensúe mecanismos para combatir a la criminalidad organizada, lo antes posible. No se trata de quien tuvo la idea más ingeniosa o quien la avergonzada. Como bien lo dijo el analista en asuntos de seguridad, Dr. Horacio Galeano Perrone en una entrevista televisiva, el fracaso en las operaciones de combate a la delincuencia es atribuible a la "clase política", aquella a la que se le encomendó la tarea de conducir las prioridades del país y delimitar los planes de contingencia en situaciones de crisis.
Antes de desgastar el tiempo en discusiones estériles, tanto parlamentarios como ejecutivos, deberían sentarse en una mesa amplia y barajar las posibilidades de empuje al desarrollo y la paz social que requiere el país; y no sólo para combatir al EPP, sino al hambre, la corrupción, la dilapilación de los recursos públicos, etc.
Para la premiación todavía resta tiempo, las elecciones generales serán recién en tres años; mientras tanto, existe un país que requiere del trabajo a tiempo completo de aquellas personas que fueron electas para el efecto.
Paraguay no es de Lugo ni de la oposición, es del pueblo.
Mientras la clase política siga detenida en discusiones para la prensa, los miembros del EPP seguirán arreando gente en los confines de la patria, que viven desamparadas, sin alimentos, donde la salud y educación no existen y donde la miseria le sirve de celestina a la criminalidad y la violencia.
El país vive en un Estado de Excepción decretado por la delincuencia, donde son las autoridades las que que no pueden tomar decisiones y se encuentran azuzadas por la avaricia y la terquedad, mientras el pueblo se sirve de las migajas de un sistema inestable y excluyente.

jueves, 8 de abril de 2010

Por qué sólo a policías?


En los últimos días, las autoridades de seguridad interna han insertado a través de los medios de comunicación la idea de que el polígrafo (o detector de mentiras)es una suerte de antídoto mágico que reencausaría a la Policía Nacional, hacia su sendero altruista, el "dar la vida por la protección física y patrimonial de la ciudadanía".
Sin embargo, se trata de un recurso tan superficial como simple. El detector de mentiras es una máquina que registra las alteraciones fisiológicas de la persona, que están directamente relacionadas a las respuestas emocionales internas que se produce en el individuo que es sometido a "peritaje", situación que en si misma encubre una predisposición hacia una suerte de estrés.
En principio, el sometimiento a esta prueba podría considerarse como un atropello al mandamiento constitucional de la presunción de inocencia; ya que todo aquel que es sumergido a la prueba lo hace para demostrar su honorabilidad. En segundo lugar, se constituye en un recurso improcedente ya que en el caso de que se compruebe una mentira, se ha sometido a una persona a testimoniar en su contra.
Muchos dirían y cual es el problema? Quien nada debe, nada teme! Pero no se trata de un asunto tan superficial.
Esta máquina administra la información conforme a los datos que son proporcionados por la piel a través de lo que se denomina "respuesta galvánica". Esta respuesta concentra alteraciones fisiológicas incontrolables como el cambio de la presión sangüinea y la respiración, que puede estar condicionado no sólo por la pregunta, sino por la misma situación y por lo prejuicios que la persona "juzgada" puede tener sobre el tema o la misma fidelidad de la máquina.
Según estudios científicos, los detectores de mentiras califican de "mentirosos" al 45 por ciento de los que dicen la verdad.
Pero mi propósito no es menospreciar el ingenio de la ciencia ni la fidelidad de la máquina. Con un sano juicio pretendo desentrañar el verdadero propósito de las autoridades del Ministerio del Interior sobre la estrategia.
Ya la publicación del uso de estas máquinas estableció un sesgo en la fidelidad de la información a ser obtenida, ya que la difusión expuso a los oficiales a una especie de cacería de brujas.
Muchos policías podrían ser emocionalmente susceptibles y, por ende, la propaganda sobre el estudio no les habrá resultado muy alentador.
Al parecer, se trata de un simple recurso comunicacional. Una burbuja o solución parche, que se presenta como elemento trasversal de la depuración de los cuadros.
En cambio, un análisis fáctico nos induce a inferir que sólo demuestra la debilidad de los altos mandos para encontrar el remedio a la purulenta corrupción que ha hecho metástasis en el seno policial, al punto que quienes se inscriben a la academia de policía se ingenian para tomar los caminos más cortos para superar la prueba.
La policía precisa de un cambio profundo. Buena instrucción, buen salario y, por sobre todo, buena reputación.
Los criterios de admisión deben ser más rigurosos, de tal modo a que se restrinja el acceso a cualquier primate que haya esgido el oficio para ahorrarse tediosas horas de estudio o, sencillamente, que lo haya tomado para enriquecerse abusando del poder.
Si la solución al conflicto sólo fuera un detector de mentiras. Por qué se lo utiliza sólo en la policía? Propongo que magistrados, legisladores, ministros y hasta el propio Presidente de la República se sometan al polígrafo, asumiendo que en caso de reprobar deban ser separados de sus cargos. Qué les parece, hacemos la prueba?

jueves, 1 de abril de 2010

Ni juicio político ni cambio


¡Juicio político! Gritan desollados los exponentes de una oposición cargada de oportunismo e incertidumbre.

Las voces del cambio repiten impúdicamente las frases trilladas de la costumbre criolla.
Son las mismas que ven fantasmas en pensamientos disidentes y dibujan trazos paranoicos de insubordinación.
El pueblo callado no comprende lo que sucede.
Las letras masivas irrumpen con datos imprecisos y voluntades sesgadas.
Lo nuevo y lo viejo se han clonado; el nuevo engendro busca abrirse paso entre las promesas y los actos.
Los propios se han acomodado, los ajenos siguen pidiendo la ración del pan diario.
Nadie comprende la diferencia con el pasado, quizás los rostros nuevos, en algo han contribuido, pero sólo para agregar desamparo.
¡Traidores de la democracia! Resuena en las bocas de quienes protegen el momento histórico, el mismo que derribó el muro de poco más de 6 décadas, para cimentar una estructura ahuecada.
Aunque las críticas sugieren una mayoría avergonzada, el pueblo representado no logra ajustar la matemática.
Al parecer la enfermedad no es tan grave y todavía tiene cura, mientras que el sustantivo es quien no encuentra vacuna.
El 20 de abril es la fecha anecdótica. La respuesta del mañana seguirá atascada entre la voluntad y la deshonra.