domingo, 30 de mayo de 2010

NO PASO NADA


El Poder Ejecutivo el viernes último remitió al Congreso Nacional, el informe sobre la actuación de las fuerzas de operaciones conjuntas, en el marco de la declaración de estado de excepción en 5 departamentos. Una de las particularidades del documento es que contiene informes paralelos de policias y militares. Lo más peculiar es que los policías, supuestas víctimas de un atropello militar a la subcomisaría de Hugua Ñandu, no hicieron constar el incidente. La rareza fue informada por el propio Presidente del Congreso Nacional, Miguel Carrizosa. Con mucha ironía, Carrizosa comentó que el incidente fue omitido por la policía, pero mencionado como un hecho anecdótico por los militares.
Al parecer, el país vive un momento de auge literario; donde las autoridades políticas y las fuerzas del orden dan rienda suelta a su imaginación, que a la vez encuentra espacio en los medios de comunicación, sumergiendo a la ciudadanía en un realismo mágico, en una enorme fábula compuesta por criminales superpoderosos e invisibles, como parecen ser los integrantes del autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP).
Esta fábula causa rareza y risa en la prensa internacional, al punto que relacionan al supuesto grupo belicoso con personajes de la mitología paraguaya, seres inexistentes que eran utilizados por los abuelos para obligar a los niños a que actuaran conforme a las reglas de la casa.
A juzgar por los resultados, el gobierno hizo exactamente los mismo que nuestros abuelos. Declaró estado de excepción para detener a campesinos revoltosos, delincuentes comunes y disuadir el flujo de operaciones del narcotráfico, y digo "disuadir" porque no cayó ninguno de los jeques del narcotráfico operante en el noreste del país.
El Gobierno dijo que las operaciones dejaron resultados positivos y destacó como puntos logrados, la requisa de armas y las detenciones de personas que tenían orden de captura de muchos años atrás.
Hasta ahora, no sabemos si el EPP verdaderamente existe. Algunos involucran al mismo Presidente de la República, Fernando Lugo, con el grupo extremista. Pero todo suena a mito.
En el interior, la gente vive una vida normal, al punto que si el EPP existe, podría presumirse que son los gobernantes de la zona, que gozan de absoluta confianza y ostentan el silencio cómplice de la población.
Para empezar a creer en el EPP tendrán que caer sus líderes. Las primera persona que habló del grupo y lo instaló en el subconciente colectivo fue la reclusa Carmen Villalba, condenada a más de 18 años de prisión por el secuestro de Maria Edith Bordón de Debernardi.
Será que todos caímos en la trampa. Sólo el tiempo tiene la respuesta...