lunes, 28 de octubre de 2013

Kabalo: el goleador que rompió el maleficio



La historia detrás de la historia


Son muchos los seudónimos que ha recibido a lo largo de su carrera en el fútbol de barrio, pero él se sintió a gusto con “Kabalo”, expresión familiarizada fonéticamente con “caballo”, mote que había heredado de su padre, un consagrado zaguero central del fútbol de primera división de la década de los 70.

Fernando Rivarola (30) es uno de esos jugadores que el fútbol profesional paraguayo lamenta no tener en sus filas. Hombre de marca y ataque, caracterizado por una patada severa, la cual hizo que ganara su distintivo “marcante”.

Fernando Rivarola vía Facebook

En los torneos de barrio disputados en Asunción, en los últimos 15 años se ha convertido en una figura tan emblemática, como lo fuera en el siglo pasado el legendario Arsenio Erico para el fútbol argentino.

Su capacidad de anotar goles es indespreciable. “Es un jugador de área y fuerza, que sabe sacar provecho a los pocos espacios y que arroja un disparo al arco sin tomar mucho impulso”, así lo describen sus amigos de infancia, al tiempo de comentar que los muchos logros obtenidos se debieron siempre a su formidable rendimiento.

Sin embargo, este jugador excepcional y goleador histórico (9 trofeos de goleador y más de 300 goles marcados) nunca pudo consagrarse campeón disputando el partido.

La primera vez que su equipo Spartakus salió campeón se encontraba en el banco de suplentes. Algunos indican que en dicha ocasión no ocupó la nómina principal porque se había excedido de copas la noche anterior.

Pero esta vez, la historia del fútbol no profesional lo redimió. Kabalo se consagró campeón estando en la cancha. El sábado 26 de noviembre de 2013 se convirtió en una fecha histórica, en especial para quienes lo vieron crecer. 

 Fernando Rivarola vía Facebook

Esta fecha tiene una connotación especial, porque se rompió un maleficio. En esa fecha Kabalo disputó su final número 13, y fue la primera vez que pudo levantar la copa con el sentimiento propio del deber cumplido.

Esta vez no miró el partido desde el banco de suplentes, lo hizo estando en la cancha y anotando el último penal” manifestó notablemente emocionado con lagrimas en los ojos Julio Rodríguez, miembro de la hinchada del club Spartakus.

Kabalo logró quebrar la mente de los incrédulos y redimió al mismo “Saltarín Rojo”, ya que Erico dejó un gran vacío en su legado futbolístico. “Si bien Arsenio Erico fue el mejor jugador en la historia del fútbol paraguayo, nunca pudo vestir la albirroja”, recuerda Julio Rodríguez, al hacer un paralelismo con la notable hazaña lograda por Kabalo en el fútbol amateur.

Fernando Rivarola dio un salto importante en su legajo deportivo. En su caso, los libros no lo recordarán como el hombre que quiso ser, sino por el que fue y venció la mala fe de quienes creían que nunca lograría levantar la copa con absoluta autoridad moral, como finalmente lo hizo.