jueves, 15 de enero de 2009

¿Cuestión de Estado?

En las últimas semanas hemos escuchado decir a los políticos, en todos los medios de comunicación, que la renovación de la Corte Suprema de Justicia es una “cuestión de Estado”. Y no se equivocan. Ahora bien, tal como está planteada, la misma refleja la carencia de una esquematización seria de las prioridades del país.
La tragicomedia de “renovaciones” en los espacios de poder no pasa por una conmutación de personas, diferenciadas por su afiliación política. El cambio real proviene de la madurez de los gobernantes de entender las necesidades del pueblo que los eligió y de hacer preservar desde esa perspectiva la institucionalidad de los poderes del estado.
La justicia paraguaya se ha convertido en una herramienta del poder fáctico de turno, en la caja de pandora de quienes tienen deudas con la justicia, pero cuentan con la bendición de pertenecer a la clase política empotrada en algún espacio de relevancia cromática, ajustada al matiz de quien defina la ejecución de las “prioridades de gobierno”.
Hasta el momento, el más severo reproche que se le hizo a la mayoría de los componentes de la Corte es el haberte regalado al ex Presidente de la República, Nicanor Duarte Frutos, la posibilidad de quebrantar por algunos segundos la Constitución Nacional y asumir la Presidencia del Partido Colorado, en una superposición de poderes públicos, expresamente impedida por la carta magna.
No digo que se trate de una infracción menor; pero considero que hechos como estos son de carácter nulo ab initio, desde su concepción; por lo que entiendo que el debate de la conformación de un sistema judicial debe basarse, lejos del revanchismo político, en la necesidad de permitir el acceso real de la ciudadanía a la justicia, en el establecimiento de un Poder Judicial independiente y sujeto a los mandatos de la ley, no así al poder político partidario, que siempre traduce las urgencias del pueblo conforme a apremios particulares y sectarios.
En las cárceles hay miles de ciudadanos sin condena, que duermen escoltados por el temor y subyugados a un mañana sin sentido; ya que al no tener plazo de estadía, la cárcel se ha convertido en su hábitat natural, mientras que entre los “decisores” de una justicia renovada, figuran “ilustres ciudadanos” que tienen verdaderas deudas judiciales, pero que escudándose en su estatus, han logrado reducir sus delitos a meras persecuciones de carácter político o mediático.
Asimismo, en las calles circulan con absoluta permisividad criminales de diversa calaña, beneficiados por la venalidad de los jueces o la cómplice lentitud de los procesos judiciales.
Pensemos en una justicia que se ciña a los mandatos de la ley y no en una que endulce el paladar de quienes gozan de las “bondades del poder” y se nutren de ella para ejecutar sus fechorías.

4 comentarios:

  1. Imponer cambios en la justicia, no es tarea fácil. El poder judicial debe ser el más corrupto de los tres poderes. Es que todo funciona tan mal en ese lugar, que pensar en lograr cambios estructurales y una justicia independiente parece absurdo! En ese sentido, creo que la iniciativa de este grupo que dice NO al cuoteo es interesante. Desde el sistema de selección las cosas se dan mal. Como puede existir una justicia independiente de presiones sectarias cuando los puestos de la máxima instancia judicial son repartidos como una torta? Pero he ahí otra pregunta, de que otra manera se puede elegir a la corte. Indefectiblemente hay que cambiar la constitución nacional para ello. Y sinceramente, no creo que convocar a una constituyente para cambiar la constitución sea oportuno en estos momentos. Es complicado! Qué pensas?

    ResponderEliminar
  2. Yo particularmente creo que ni tan siquiera es necesario cambiar la constitución... un paso importante sería aprobar una ley que permita que el proceso sea público; de tal modo a que tome estado pùblico desde la misma conformación de las ternas y la gente sepa cual es el currìculum de cada candidato. Tal vez no sea una solución, pero al menos todos podremos conocer cuales son las frutitas podridas en el proceso.
    Ahora, volviendo a la realidad, la misma aprobaciòn de una ley que permita eso ya serìa utòpico...

    ResponderEliminar
  3. Con respecto al planteamiento de Lenchi, entiendo que debe reformarse la constitución para determinar un nuevo mecanismo de selección de candidatos, que bien podría ajustarse a lo que plantea Jazmín. Bajo ese criterio si se podría pensar en disponer de una justicia "independiente", pero cuando uso el término me refiero a una justicia que esté inmunizada del virus que inserta como criterio de resolución el capricho político del momento. Tampoco creo que si se convoca a una constituyente se trate únicamente ese punto... La constitución tiene casi 19 años de vigencia, evidentemente necesita de algunos arreglos. Gracias por participar del debate!

    ResponderEliminar
  4. Existe un proyecto de ley presentado por los diputados Desire Massi, Soler y toda la pandilla. Es justamente para cambiar el sistema de selección o mejor dicho reglamentar este tema de los magistrados que no me acuerdo su nombre (que mal!). Pero como dice Jaz, hay que ver si el tema corre. Habría que leer el anteproyecto para ver si será factible puesta en marcha como metodo alternativo de selección.

    ResponderEliminar