jueves, 8 de abril de 2010

Por qué sólo a policías?


En los últimos días, las autoridades de seguridad interna han insertado a través de los medios de comunicación la idea de que el polígrafo (o detector de mentiras)es una suerte de antídoto mágico que reencausaría a la Policía Nacional, hacia su sendero altruista, el "dar la vida por la protección física y patrimonial de la ciudadanía".
Sin embargo, se trata de un recurso tan superficial como simple. El detector de mentiras es una máquina que registra las alteraciones fisiológicas de la persona, que están directamente relacionadas a las respuestas emocionales internas que se produce en el individuo que es sometido a "peritaje", situación que en si misma encubre una predisposición hacia una suerte de estrés.
En principio, el sometimiento a esta prueba podría considerarse como un atropello al mandamiento constitucional de la presunción de inocencia; ya que todo aquel que es sumergido a la prueba lo hace para demostrar su honorabilidad. En segundo lugar, se constituye en un recurso improcedente ya que en el caso de que se compruebe una mentira, se ha sometido a una persona a testimoniar en su contra.
Muchos dirían y cual es el problema? Quien nada debe, nada teme! Pero no se trata de un asunto tan superficial.
Esta máquina administra la información conforme a los datos que son proporcionados por la piel a través de lo que se denomina "respuesta galvánica". Esta respuesta concentra alteraciones fisiológicas incontrolables como el cambio de la presión sangüinea y la respiración, que puede estar condicionado no sólo por la pregunta, sino por la misma situación y por lo prejuicios que la persona "juzgada" puede tener sobre el tema o la misma fidelidad de la máquina.
Según estudios científicos, los detectores de mentiras califican de "mentirosos" al 45 por ciento de los que dicen la verdad.
Pero mi propósito no es menospreciar el ingenio de la ciencia ni la fidelidad de la máquina. Con un sano juicio pretendo desentrañar el verdadero propósito de las autoridades del Ministerio del Interior sobre la estrategia.
Ya la publicación del uso de estas máquinas estableció un sesgo en la fidelidad de la información a ser obtenida, ya que la difusión expuso a los oficiales a una especie de cacería de brujas.
Muchos policías podrían ser emocionalmente susceptibles y, por ende, la propaganda sobre el estudio no les habrá resultado muy alentador.
Al parecer, se trata de un simple recurso comunicacional. Una burbuja o solución parche, que se presenta como elemento trasversal de la depuración de los cuadros.
En cambio, un análisis fáctico nos induce a inferir que sólo demuestra la debilidad de los altos mandos para encontrar el remedio a la purulenta corrupción que ha hecho metástasis en el seno policial, al punto que quienes se inscriben a la academia de policía se ingenian para tomar los caminos más cortos para superar la prueba.
La policía precisa de un cambio profundo. Buena instrucción, buen salario y, por sobre todo, buena reputación.
Los criterios de admisión deben ser más rigurosos, de tal modo a que se restrinja el acceso a cualquier primate que haya esgido el oficio para ahorrarse tediosas horas de estudio o, sencillamente, que lo haya tomado para enriquecerse abusando del poder.
Si la solución al conflicto sólo fuera un detector de mentiras. Por qué se lo utiliza sólo en la policía? Propongo que magistrados, legisladores, ministros y hasta el propio Presidente de la República se sometan al polígrafo, asumiendo que en caso de reprobar deban ser separados de sus cargos. Qué les parece, hacemos la prueba?

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