miércoles, 8 de mayo de 2013

El arte de informar pensando en el efecto nocebo


Es bien sabido que las noticias tienen su implicancia en la determinación conductual de los consumidores. Algunos incluso configuran un submundo paralelo a partir de las informaciones que reciben de los medios que gozan de su consentimiento.
 
Esta situación convierte a los servicios informativos ya no sólo en generadores de opinión, sino en componentes esenciales de la conducta sicosocial.

El “efecto nocebo” es explicado por los científicos como la reacción adversa que manifiesta el organismo humano provocando el empeoramiento en la sintomatología de una enfermedad, por la expectativa de posibles consecuencias negativas que podría causar tal o cual hecho.


Sería como la antítesis del efecto placebo, fenómeno que provoca un estado de alivio tras la supuesta ingesta de una medicación.

De ser verdaderamente penetrante esta hipótesis en la sociedad contemporánea, esto explicaría en primer término cómo sustancialmente aumentan los casos de suicidios, violencia intrafamiliar, consumo de drogas  o casos de depresión a partir de la asidua difusión de eventos similares, más aún cuando estas noticias configuran el soporte principal de la propuesta informativa de tal o cual medio de comunicación.

No obstante, es muy arriesgado llegar a una conclusión, como la manifestada en el párrafo anterior, sin poseer un estudio acabado al respecto.

Básicamente, podemos decir que se trata de una hipótesis que tiene suficiente sustento conforme a la propuesta periodística de algunos medios que gozan del favor de los indicadores de rating en Paraguay.

Hoy por hoy, algunos medios de comunicación centran el presunto interés de los televidentes en problemas domésticos y vecinales, donde la condición elemental es la confrontación, que en muchos casos debe ir acompañada de violencia y sangre para causar el efecto esperado.


Es, fue y será ampliamente debatido el asunto de si es el medio de comunicación quien instala la tendencia o si ésta es el resultado de la demanda informativa del televidente. Aún así podría considerarse el enfoque de este post como un elemento de decantación social que promueva el verdadero desarrollo cívico.

También el tipo de oferta informativa al cual me refiero podría evidenciar el alto grado de cretinismo e ignorancia del común denominador de los consumidores, especialmente en aquellos que optan por las noticias de marcada tendencia sensacionalista.

Una sociedad deprimida, ausente, con la cabeza gacha y sin expectativas de desarrollo es, sin dudas, el resultado de un proceso sistémico de contaminación por información tóxica.

Los comunicadores tenemos un gran desafío. Debemos trascender el escollo de la anécdota y ofrecer un servicio de calidad a nuestros seguidores. 

Quizás por esas razones de extraña compensación inesperada, vayamos de este modo construyendo una sociedad más pensante y sana. 

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