viernes, 12 de junio de 2009

Las ventajas del orden












Si de orden cívico se trata, la ciudad alemana de Berlín nos demuestra en ese sentido uno de sus mejores rostros. La conciencia individual y la correlación con el cuidado al medio ambiente son factores con los que uno se tropieza en un día regular de vida urbana por una de las principales capitales del primer mundo.


En mayor proporción uno puede ver en las calles a personas aguardando que el semáforo peatonal les habilite para cruzar. Asimismo, y pese a algunas excepciones, se puede tener certeza de la hora exacta en la que llegaran a la parada respectiva las unidades de transporte público. El sistema de circulación de personas también se muestra favorable para quienes combinan el camino al trabajo con la práctica de ejercicios físicos.
Los ciclistas tienen un espacio reservado tanto en las aceras como en las avenidas de Berlín. Los semáforos también están expuestos a ellos con su respectiva distinción. El código urbano indica que por orden de prelación de preferencias en las calles se encuentran los ciclistas, los peatones y, por último, los conductores de automóviles.
Y no me olvido de los motociclistas, sólo que su presencia en las calles es bastante inferior en comparación a países como Paraguay, donde adquieren notoriedad por liderar las estadísticas de accidentes de tránsito.
El manejo de la basura es tan práctico como restrictivo. En los mismos hogares existe una cultura de reciclajes y discriminación del tipo de desecho. Los basureros están expuestos por color y uno puede separar plásticos y elementos reciclables de los residuos orgánicos. También algunos poseen un tacho exclusivo para los papeles.
Las costumbres urbanas parecen haber alcanzado un equilibrio. Si bien desde tempranas horas en la mañana se observan personas con botellas de cerveza en la mano, a propósito muy baratas con relación a otros mercados, la autoconciencia demuestra supremacía ya que no existiendo restricciones para la ingestión de bebidas alcohólicas en ningún espacio público, aún así los borrachos no se han convertido en un estigma social.
El consumo de bebidas alcohólicas está regulado por ley de acuerdo al porcentaje de alcohol que posee la bebida, tal es así que un menor de 16 años tiene la absoluta libertad de ir a un puesto de venta para adquirir una cerveza, no podrá hacerlo con otras bebidas que tengan hasta 10% de alcohol.
Por último, y con relación a las botellas de plástico, en Alemania es típico ver a personas con una botellita en el bolsillo lateral de las mochilas. Estas se encuentran cargadas con agua, un líquido que posee buena reputación, ya que puede ser ingerida con absoluta confianza, la que se obtiene en los grifos de viviendas o espacios públicos.
También existe la posibilidad de canjear las botellas de plástico por un valor de entre 8 a 25 centavos de euro en cualquier puesto comercial. Por lo general, las personas van con varias de estas botellas a los supermercados y al momento del pago las canjean, mediante una operación que bien podría llamarse “crédito ambiental”.
No obstante, para algunos resulta un tanto aburrida una sociedad muy estructurada, pero como ustedes pudieron percatarse, un sistema ordenado y responsable ofrece garantías cívicas que no necesariamente colisionan con una distracción sana y cuidadosa.




1 comentario:

  1. Personalmente, creo que lograr esto depende en un 30 por ciento en la mejor disposición de los servicios; y en un 70 por ciento de la actitud cívica de la población

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